Nunca, al menos desde el derrumbe del Imperio Otomano, ha sido estable. La inestabilidad es propia de Oriente Medio, región aquejada, como se ha dicho, de un exceso de historia, aunque sigue sumando nuevas dimensiones. En las últimas décadas, la estabilidad, relativa, había venido de fuera, de EEUU como “estabilizador externo”, sobre todo por su presencia militar (incluida la Sexta Flota), su apoyo a Israel y su estrecha relación con Arabia Saudí. Su invasión de Irak en 2003 resultó desestabilizadora para el conjunto de la región, y provocó un hartazgo estadounidense hacia una zona que ha perdido centralidad para EEUU en materia de petróleo, no de terrorismo yihadista, al haberse la superpotencia convertido en autosuficiente (aunque le afecta el precio del crudo). De hecho, Barack Obama ya decidió no meterse demasiado allí. Pero ante la crisis de Siria y el peligro global que suponía ISIS o Estado Islámico, decidió apoyar la lucha local contra la organización yihadista. El anuncio por el actual presidente, Donald Trump, de la retirada militar unilateral de fuerzas de EEUU de la zona, aunque fueran limitadas (unas 2.000), y sin plantear un calendario específico, supone un paso más en la desestabilización de la zona y en el enfrentamiento entre actores en la región y fuera de ella.
https://blog.realinstitutoelcano.org/la-desestabilizacion-por-ausencia-de-oriente-medio/
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https://blog.realinstitutoelcano.org/en/destabilising-the-middle-east-by-absence/
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