¿Cómo afrontar un gran problema, como las pandemias o el cambio climático, cuando sospechamos que no hay solución al mismo?
La naturaleza dispone y el hombre responde. Esto aplica a los grandes desafíos globales del siglo XXI. Empecemos con el cambio climático y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. El hombre ha logrado controlar el agujero en la capa de ozono desarrollando energías y tecnologías con menos emisiones. Sin embargo, debido tanto a la falta de acuerdos entre países y al propio sistema económico imperante, las medidas no se toman con la urgencia deseada ante la velocidad del proceso natural y consecuencias de acontecimientos como la actual guerra de Ucrania pueden suponer pasos atrás en este campo. La puesta en marcha de un modelo económico alternativo —basado en la electrificación, la digitalización y el big data— contribuye a la solución facilitando la reducción del consumo de combustibles fósiles, siempre que la electricidad venga de fuentes limpias. Poco se ha hablado de las mayores necesidades de muchos de estos avances en términos de dependencia energética o el impacto derivado de la extracción y reciclaje de algunos de los elementos empleados en la fabricación de dispositivos electrónicos. Y todo ello en un momento en el que los países más desarrollados imponen su hoja de ruta y exigen al resto de países la adopción de una serie de sacrificios que ellos mismos obviaron durante años. Esto demuestra algo sabido: que el ser humano, en su anhelo de progreso y enfrentarse a sus problemas, genera nuevos problemas que simplemente desestima o, lo que es peor, no sabe resolver.
Desde un enfoque basado en la teoría de complejidad computacional, se denominan “problemas intratables” aquellos para los que, por el momento, no se conocen algoritmos eficientes que permitan resolverlos.
https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/problemas-intratables_129_8842925.html