Problemas intratables

¿Cómo afrontar un gran problema, como las pandemias o el cambio climático, cuando sospechamos que no hay solución al mismo?

La naturaleza dispone y el hombre responde. Esto aplica a los grandes desafíos globales del siglo XXI. Empecemos con el cambio climático y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. El hombre ha logrado controlar el agujero en la capa de ozono desarrollando energías y tecnologías con menos emisiones. Sin embargo, debido tanto a la falta de acuerdos entre países y al propio sistema económico imperante, las medidas no se toman con la urgencia deseada ante la velocidad del proceso natural y consecuencias de acontecimientos como la actual guerra de Ucrania pueden suponer pasos atrás en este campo. La puesta en marcha de un modelo económico alternativo —basado en la electrificación, la digitalización y el big data— contribuye a la solución facilitando la reducción del consumo de combustibles fósiles, siempre que la electricidad venga de fuentes limpias. Poco se ha hablado de las mayores necesidades de muchos de estos avances en términos de dependencia energética o el impacto derivado de la extracción y reciclaje de algunos de los elementos empleados en la fabricación de dispositivos electrónicos. Y todo ello en un momento en el que los países más desarrollados imponen su hoja de ruta y exigen al resto de países la adopción de una serie de sacrificios que ellos mismos obviaron durante años. Esto demuestra algo sabido: que el ser humano, en su anhelo de progreso y enfrentarse a sus problemas, genera nuevos problemas que simplemente desestima o, lo que es peor, no sabe resolver.

Desde un enfoque basado en la teoría de complejidad computacional, se denominan “problemas intratables” aquellos para los que, por el momento, no se conocen algoritmos eficientes que permitan resolverlos.

https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/problemas-intratables_129_8842925.html

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La guerra y el resto del mundo

Esta guerra es entre Rusia y Ucrania. Pero es también un conflicto entre Rusia y Occidente o, si se prefiere, el eje del Atlántico Norte-Pacífico (en este último entran Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur), el de la coalición anti-Putin; mas el resto del mundo, con algunos actores globales y regionales, no asiste como mero espectador, sino que está utilizando la situación para avanzar sus propias políticas exteriores y de seguridad y sus revisiones y reivindicaciones históricas, en general más nacionalistas, a veces con ansias mediadoras, otras con visiones antioccidentales, o contra sus antiguas potencias colonizadoras o contra las veleidades imperiales de unos u otros. Una actitud que precedía a esta situación en un mundo ya previamente marcado por la desoccidentalización (aunque Occidente ha demostrado tener músculo para presionar sobre Rusia, a un coste para sí mismo). Son tendencias que se pueden ver reforzadas si las consecuencias económicas de la guerra ahondan sus problemas, especialmente con el aumento de precios de los alimentos, en particular el pan (¿revueltas del pan de nuevo en el norte de África?). El “resto” no ha asumido en general las sanciones económicas y financieras contra Rusia (Taiwán sí). Algunas le preocupan especialmente por el precedente que suponen: las que se refieren a los depósitos de los bancos centrales nacionales en los occidentales y las limitaciones a las transacciones financieras.

https://www.realinstitutoelcano.org/la-guerra-y-el-resto-del-mundo/

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https://www.realinstitutoelcano.org/en/the-war-and-the-rest-of-the-world/

Resistencia narrativa, digital y empresarial

Podía pensarse que los rusos dominaban la desinformación y los ciberataques. De momento, son los ucranianos los que van ganando la batalla de la narrativa, la digital, en Ucrania, y a ello se suma una ristra de empresas occidentales en retirada en Rusia. Aunque sus efectos frente a la invasión, frente a los tanques y los bombardeos están por ver, ha surgido un nuevo tipo de resistencia en Ucrania ante la invasión. Es la resistencia de lo horizontal frente a lo vertical.

https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/resistencia-narrativa-digital-empresarial_129_8820699.html

La gran Europa que pudo haber sido y la que, desgraciadamente, puede ser

En la primavera de 2005, en un barco turístico por los canales de San Petersburgo, los integrantes del Consejo OTAN-Rusia disfrutaban de un momento de relax y networking En las reuniones en las que el que escribe participaba como experto –invitado por el representante español ante la Alianza, Pablo Benavides–, se hablaba con franqueza, incluido el ministro de Asuntos Exteriores ruso, que ya era Serguéi Lavrov. Era un formato útil, alejado de toda ingenuidad, para intercambiar puntos de vista y alentar la colaboración y la estabilidad. Eran tiempos en que había importantes acuerdos en vigor de control de armamentos y transparencia. Naturalmente, el Gobierno de Vladimir Putin –presidente desde 1999– no estaba contento con la ampliación de la OTAN. Dos años después, en febrero de 2007, llegaría su duro discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Y en 2008 en Bucarest la apertura de la ventana de la OTAN a Ucrania y a Georgia. Desde entonces el que consideró que la disolución de la Unión Soviética había sido “la mayor catástrofe geopolítica del siglo”, ha ido avanzado en la reconstrucción de sus fuerzas armadas, del espacio post soviético, un espacio imperial ruso, no comunista, y en la acumulación de reservas financieras. El último paso, la invasión de Ucrania, si la Rusia de Putin se sale con la suya, nos aboca a una nueva guerra fría. Europa, la gran Europa, pudo haber sido de otra manera, entre todos.

https://www.realinstitutoelcano.org/la-gran-europa-que-pudo-haber-sido-y-la-que-desgraciadamente-puede-ser/

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https://www.realinstitutoelcano.org/en/the-greater-europe-that-might-have-been-and-the-one-that-unfortunately-could-be-in-prospect/