A España le falta Estado. En muchos sentidos. Estado de bienestar (insuficiente en sus diversas dimensiones, y muy especialmente en educación) y capacidad pública suficiente para impulsar la tecnología y la industria ante las nuevas oportunidades, instrumentos y desafíos, etc. Entiéndase por Estado las administraciones públicas en sus diversos niveles (central, autonómico y local), aunque la desigualdad en empleados públicos y funcionarios sea notable entre ellas, dadas las transferencias de competencias, presupuestos y personal. La Unión Europea, supraestatal en algunas dimensiones, ayuda, pero no suple esta falta de Estado. De ella se resiente el sector privado, en unos momentos en que los grandes proyectos de transformación en España y en el conjunto de Europa son necesarios, especialmente en su faceta público-privada. Para tener un sector privado fuerte, incluso una sociedad civil fuerte (por mucho que Margaret Thatcher negara su existencia), hace falta que el sector público lo sea también, con capacidad de impulsar dinamismo en todos los sentidos.
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Los objetivos de la guerra van cambiando
Los diversos actores han ido cambiando sus objetivos en la guerra de Ucrania, en una situación dinámica que se puede complicar aún más
https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/objetivos-guerra-cambiando_129_9605184.html
Clausewitz decía que primero venía la estrategia, y luego el planeamiento. Medio siglo después que él, el mariscal von Molke, consideraba algo que sabe prácticamente cualquier militar: que ningún plan, por bueno que sea, resiste su primer contacto con el enemigo. Y esto les ha pasado a todos en la guerra de Ucrania. En términos de lo que el teórico prusiano de la guerra consideraba el objetivo (Zweck, militar), el fin (Zweck, político) y los medios (Mittel), los cambios no se han dado de forma concurrente. Ni desde luego definitiva. Y van complicando la situación.