España quiere atraer inversiones de fondos soberanos de otros países, pero carece de uno propio, más allá de la SEPI (Sociedad Española de Participaciones Industriales, la sucesora del franquista INI) que tiene unos fines más específicos, o de COFIDES (Compañía Española de Financiación del Desarrollo). El ámbito de actuación de SEPI abarca 15 empresas mayoritarias, 9 empresas minoritarias y 100 indirectas y su gestión ‘debe aunar la rentabilidad económica y la rentabilidad social’. Un fondo soberano a la manera de otros en el mundo, sobre todo del modelo de los europeos, lograría un instrumento potente en manos del Estado (aunque pudieran participar las Comunidades Autónomas) para invertir como accionista -no subvencionar- en empresas nacientes con alto potencial de rentabilidad, desde luego en la llamada Deep Tech (Tecnología Profunda) e incluso en empresas extranjeras de las que sacar beneficios que luego pudieran revertir en la financiación de otras políticas, como la social. ¿Lo necesita España? Creemos que sí, aunque dado el nivel de endeudamiento público, lo tiene difícil para dotarlo.
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