El gran divorcio

horizonteEL ROTO

Una parte importante de los italianos ­-quizás se pueda interpretar que una mayoría-, ha votado en contra de la austeridad (además de otras cosas). Y, sin embargo, el coro -desde los mercados, a la Comisión Europea, Berlín y otros centros de decisión- no ha dudado en insistir: No importa lo que hayáis votado, no hay otro camino que el de la austeridad. Aunque no esté claro a dónde lleva este camino. Lo que plantea un peligroso divorcio entre Estados, mercados y ciudadanos. Pero hay otros divorcios que pesan en la situación.

¿Hay alternativa a la austeridad? Más bien hay alternativas dentro de la austeridad. No fue lo mismo la austeridad de Zapatero que la de Rajoy, como tampoco lo es la de Hollande. Pero éste se ha está topando también con la realidad de esta Europa del euro (e incluso más allá, como demuestra el caso del Reino Unido). No es posible una política de estímulo en un solo país si ese país tiene que financiarse en los mercados (o más aún, si está intervenido, y por tanto, su política condicionada). Salvo que ese país se llame Alemania (pero no quiere). O salvo que lo adopte la Unión Europea, como proponía François Hollande y ahora vuelve a hacerlo desde la izquierda italiana Pier Luigi Bersani, aspirante a primer ministro. Sigue leyendo

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¿Fin de régimen? Lecciones italianas

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En Italia, Tangentopoli, el alto grado de corrupción política que jueces y fiscales sacaron a la luz a principios de los 90, acabó con los partidos tradicionales, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Y la eventual reconversión del Partido Comunista hacia lo que hoy, con otros añadidos, es el Partido Demócrata. Y llevó al  surgimiento de un fenómeno populista como ha sido, y sigue siendo, Berlusconi que no acabó con la corrupción sino que, de hecho, la institucionalizó aún más, con nuevos embalajes.

¿Puede algo así ocurrir en España?

En España la crisis es mucho mayor que en aquella Italia donde no hubo realmente un cambio de régimen que sí se puede llegar a dar en España, donde la dimensión política se ha venido a entremezclar con la económica, la social, la laboral y la de las instituciones. Sigue leyendo